No eres una sombra que camina bajo la lluvia. Hoy te vi pasar envuelta en el aroma dulce de los sueños. Te seguía un pentagrama de notas de colores y a su lado un ritmo mágico de vientos, cuerdas y tambores.
En la esquina escuché claramente una voz que quería jugar con el viento. Lo invitaba a pasear por los atajos de la noche, mientras caía una delicada lluvia de nostalgias. El único farol testigo de tu dulzura iluminaba tenuemente la ciudad que ya se desvanecía; entonces fue cuando corrí a tu encuentro.
Te alcancé y te busqué porque me gusta ser tu cómplice. Un mago que sabe sacar conejos o palomas del sombrero y que, además, solamente utiliza como máscara una sonrisa. Ahora las lágrimas se mezclan con las gotas de ese aguacero invisible. Ni siquiera el paraguas negro es capaz de impedir que el pincel del tiempo dibuje en tonos mayores la sinfonía de la esperanza …
Carlos Eduardo Rojas Arciniegas
* Texto especialmente escrito para esta imagem.
* Gracias
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