Creo yo, que fuimos nacidos por primera vez
en la muy antigua sangre americana.
Mucho antes de este presente, antes de ser
como ahora somos, cuerpo, manos, brazos, ojo,
ternura y sed, fuego y tierra, aire y vuelo,
deben haber venido nuestros esenciales elementos,
reencarnándose moleculares, reconstruyendo
con paciencia la historia terrenal
de nuestro infinito tiempo universal.
En alas del Machu Pichu habremos sido
aquellos padre y madre originarios,
que volando las alturas
acortaron las distancias por el aire hasta la tierra
y llegaron caminando hasta la achatada
altiplanicie de la Payunia.
Desde las Huayquerías del Tunuyán
a las altas montañas de Los Andes,
cerros de piedra rodando arriba,
habrán escalado altas cumbres nuestra piernas.
Y a la vez, plenos de naturaleza, crecido vegetales
en sangres arteriales por la selva tropical del Urubamba,
y amazónicos, en lluvias extenuantes,
siendo contrapuestos equilibrios
de humedades verdes por todo el continente,
hasta llegar despertados arenales
en los secanos del Lavalle Huanacache.
Allí, tiembla mi recuerdo, se estremece mi memoria,
fuimos, antes que el español llegara a esclavizarnos,
hace mas de cinco siglos fue que fuimos,
¡ se que los hemos sido! antiguos dioses huarpes.
Hermano sol, el Pinkanta Xumex en los granos del maíz dorado,
y Pukxu Aklla Chiz Axe, la doncella hermana,
navegándole en totoras los puros cielos de las aguas lagunares.
Por cuerpos líquidos nos extendimos longitudinales
y en latitud abierta: en el sur pehuenche
como gente de los pinos, y mucho más al sur,
enhiesta araucanía inconquistable,
rebeldía digna y fiera contra todo invasor
que del norte nos viniera.
Tan amerindios fortificados de quínoa y calabazas
en la ruta de los incas, desde ollaytantambo a los tambillos,
por allá arriba en uspallata, como lento sendero
por abajo en el valle de huentata.
Y más al este, arena que se mueve en Altos Limpios.
De lo que alguna vez ya fuimos apenas esos recuerdos tengo.
Pero de guanachache. ¡Ah! esa dulce Huan Aca che.
Su cintura fue la extendida laguna
con que nos fecundáramos en patos y peces, cernícalos o taguas,
y se hiciera nuestra mirada verde, de jarillas verdes
en las caras de mujeres, fibras de junquillo multiplicándose
en hijos de la madre tierra que a todos hermanaba.
Arteriales incas de vena azteca, corazón de huarpe,
piel de quichua, desde luego, en todas formas
fuimos americana sangre.
Pero en otros continentes,
también oriental suspiro de tenues miradas en Fujiyama,
nómadas e indómitos bereberes,
antiguas africanías de negro reluciente,
altiva y primigenia latitud en Kalahari ,
y en la Lisboa portuguesa urbana melancolía entre sus calles.
En cualquiera de esos tiempos y lugares que recuerdo,
cuando recuerdo como eran sus ojos o la mirada de los míos,
recuerdo que alguna vez fue que fuimos
lenguas escribiéndose fuegos
en la encendida piel de los deseos.
Brazos, manos, dedos abrazantes,
pensamientos compartidos.
El todo y las nadas, pero siempre
acompañándose de a pares:
Cuerpo y alma, cielo estrella,
agua barco, semilla y tierra…
Así hemos sido mucho antes de este presente ,
en el ahora que somos lo que somos.
Y a medida que nos pase el tiempo,
así nos seguirá sucediendo
con nuestra renacida conciencia de estar vivos.
Cada parte de nosotros,
el alma y otro poco de los brazos,
y otro tanto de las manos, epiteliales escribientes ,
como quiera que seamos, como sea que hayamos sido,
como fuera que en distintas corporeidaes nos formáramos,
nos seguiremos acompañando siempre,
porque en tiempo humano siempre seremos
como ahora lo somos y antes lo hemos sido:
un solo destino, un solo destino,
en dos cuerpos diferentes.
Osvaldo Tramontina
*(dedicado al Blog "Te Pito o Te Henua" de Sill Scaroni y a todos los que militan la causa de los Pueblos Originarios)
* Muito obrigada Osvaldo, fiquei sem palavras frente a essa magnífica poesia que é uma verdadeira sinfonia de palavras.